En Colombia el 61% de los productores rurales son pequeños, el 6%
pertenecen a una asociación y sólo el 24% reportan haber recibido asistencia
técnica. Por eso, la Fundación Alpina inició su trabajo como laboratorio social
para la inclusión y la productividad rural sostenible desde 2008 por medio de
iniciativas que incluyen la promoción de la equidad de género.
En este sentido, “Autonomía Económica de las Mujeres Rurales del Cauca”
es uno de los proyectos más recientes que en su fase 1 logró que las mujeres de
5 municipios del Cauca aumentaran sus ingresos en un 110% y que el 100% de las
involucradas desarrollaran competencias en el área técnica y productiva. En su fase
2 el proyecto sigue contribuyendo al empoderamiento económico y social de más
de 400 mujeres rurales del Cauca (entre las que se encuentran 40 mentoras)
desde la puesta en marcha y el fortalecimiento de diferentes agro negocios.
“En la Fundación Alpina identificamos y afrontamos retos del desarrollo
rural en Colombia con la participación activa de diferentes actores:
comunidades, sector público, academia, empresas, organismos internacionales,
entre otros. Más allá de los proyectos nuestro gran propósito es transformar la
vida de las familias del sector rural y nuestra labor en el Cauca nos ha
permitido ver grandes capacidades en las mujeres que esperamos seguir
fortaleciendo” comentó Camila Aguilar, Directora Ejecutiva de la Fundación
Alpina.
Uno de los casos del proyecto es el de Rubiela Meneses quien creció en
zona rural con sus papás y sus 7 hermanos. Con 53 años, Rubiela vive en el
corregimiento de los Mercaderes con su esposo Gilmer y su hijo Luis Felipe,
quien actualmente estudia Ingeniería Agropecuaria en la Universidad del
Cauca. Para Rubiela: “las mujeres
rurales tenemos que batallar con el machismo del campo porque muchos creen que
debemos ser calladas pero somos batalladoras, trabajadoras y podemos
capacitarnos. Como familia nos esforzamos en cada jornada que empieza a las
4:30 am y termina muy tarde en la noche”.
Anteriormente, en el Cauca se implementaban proyectos productivos sin
resultados por la ausencia de asistencia técnica. En el hogar de Rubiela se
buscó hacer unos lagos para piscicultura, sin embargo, al cabo de un tiempo
desistieron dado que no contaban con el conocimiento necesario para su manejo.
“Ahora con el apoyo de la Fundación Alpina, tenemos charlas con psicológicos,
técnicos y facilitadores que nos enseñan cómo hacer las actividades del campo.
Nosotros siempre trabajamos con las uñas porque cuando sembramos todo está muy
caro, pero cuando sacamos los productos todo está muy barato. Por eso mi hijo
estudia ingeniería agropecuaria para que también nos guíen en proyectos
productivos que demuestren que sin campo no hay ciudad” dice Rubiela.
Rubiela comenta que su mayor orgullo es tener una familia honesta que
se preocupa por los demás y que en 5 años espera tener un negocio propio con el
que pueda generar mayor comodidad en las comunidades rurales. Además, espera
que las futuras generaciones sigan orgullosos de trabajar el campo y puedan
aportar en la creación de nuevas iniciativas que mejoren la calidad de vida de
los campesinos.
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